Ahora que, a raíz del COVID-19, tanto se habla de innovación educativa, me gustaría compartir con vosotros algunos ejemplos de la misma. No esperéis en ellos el uso de dispositivos electrónicos como elemento diferenciador, ni enseñanza online, ni Inteligencia Aritficial, ni … Son respuestas creativas a problemas que han resuelto satisfactoriamente personas que han querido mejorar la educación. Comenzamos con los barcos escuela de la ONG Shidhulai.
Cuando las escuelas se inundan
Ahora que andamos los padres rasgándonos las vestiduras porque nuestros hijos no pueden acudir al colegio, y sufriendo las consecuencias en nuestras vidas de una pandemia, conviene echar la vista a aquellos países en los que esa circunstancia es prácticamente una rutina.
Por ejemplo, UNICEF estima que las inundaciones provocadas por las lluvias monzónicas afectan, en un solo año, a más de 12 millones de niños. El balance de daños materiales ya alcanza más de 800.000 casas y 15.400 escuelas, lo que implica que casi 1 millón de niños han dejado de ir a clase.
En Bangladesh tampoco están para tirar cohetes de alegría. Según la misma fuente, las lluvias monzónicas en ese país pueden afectar a 3 millones de niños, más de 690.000 casas destruidas y más de 2.200 colegios inutilizados. Además, las enfermedades que se transmiten por el agua infectan a decenas de miles de personas. ¿Te suena?
Emprendimiento social
De joven, y tras acabar sus estudios de arquitectura, Mohammed Rezwan tenía una obsesión: construir escuelas y hospitales para ayudar a la gente de su pueblo, en Bangladesh. Sin embargo, por lo explicado anteriormente, no parecía una solución a lo que él mismo había vivido en su juventud: las dificultades de asistir al colegio. En 1998 tuvo una idea: como el viejo dicho de Mahoma y la montaña, si los niños no pueden ir a la escuela, la escuela irá a los niños. ¿Cómo? En un país plagado de ríos y con las consabidas inundaciones … ¡en barco! Así surgieron los barcos escuela.
Para llevar adelante su idea fundó la ONG Shidhulai Swanirvar Sangstha con básicamente 500 dólares de su beca de estudios y unos pocos ahorros personales. Los comienzos fueron difíciles, pero en 2002 por fin pudo reunir el dinero suficiente como para tener la primera escuela flotante.
Los barcos escuela
Según se puede leer en la web de la ONG, los barcos escuela sirven primero como autobús escolar, recogiendo a los niños en paradas en la orilla del río. Luego el barco atraca y comienza la clase.
Cada escuela consiste en un aula para 30 estudiantes, un ordenador portátil, cientos de libros (miles, en algunos casos) y recursos electrónicos. Algunos barcos disponen de hasta 4 portátiles conectados a Internet, impresora y teléfonos móviles.
¿Qué se enseña en los barcos escuela? La escuela ofrece educación primaria básica hasta el quinto grado. Pero también se ofrece una enseñanza integral que permita el desarrollo y empleabilidad de perosnas adultas (con especial hincapié en las mujeres) Se les enseña informática y obtienen formación sobre agricultura, biodiversidad, cambio climático, oportunidades de empleo, derechos humanos, procesos y servicios gubernamentales.
Por si te lo has preguntado, la energía solar permite a la escuela flotante auto-abastecerse de energía e incluso ofrecer clases nocturnas a los niños que trabajan.
El método Poyaque de innovación
Suelo bromear con lo que llamo el método Poyaque de innovación. Básicamente consiste en hacer el ejercicio de pensar «po ya que tengo esto, hago esto otro». Ejemplos los hay, y muchos (sirva como ejemplo el caso de los cines Callao en Madrid, del que hablé hace ya mucho tiempo).
En el caso que nos ocupa …
- «Po ya que» tengo los barcos escuela, aprovecho la experiencia y monto los centros médicos flotantes, en los que pueda hacer chequeos médicos . Con médicos a bordo, los barcos están equipados con los medicamentos necesarios, que se dan gratuitamente a los pacientes. Y, ya puestos, se proporciona educación sanitaria a los habitantes de las aldeas
- «Po ya que» necesito paneles solares para cargar los dispositivos, proporciono lámparas eléctricas cargadas a la población para que puedan alargar las jornadas de trabajo y estudio en los poblados.
Otra interesante innovación es la llamada granja flotante, que combina la huerta con la cría de patos y peces en el agua. La granja está amarrada con una cuerda a la orilla de un río.
Lecciones aprendidas
Como mencionaba en un artículo anterior, la crisis de la COVID-19 puede ser un momento inmejorable para la innovación. La educación ha sido sin duda uno de los sectores que se ha visto afectado de manera más abrupta por la pandemia, debido al confinamiento de la ciudadanía y el consiguiente auge del teletrabajo. Las nuevas normas de protección y distanciamiento social que se establecerán en los colegios requerirán de soluciones creativas que satisfagan a todas las partes.
Sea como fuere, hay sitios en el mundo en los que no poder llevar a los niños al colegio está a la orden del día. Y buscan y encuentran soluciones para ello.
- ¿Es la enseñanza online el barco (metafóricamente hablando) que nos acerca a esto? ¿Tenemos «el barco» debidamente equipado?
- ¿Qué ocurre con la atención médica cuando los centros de salud funcionan bajo mínimos?
- ¿Qué debemos enseñar cuando las clases no son presenciales, o simplemente la situación cambia drásticamente para toda la sociedad?
¿Podemos aprender algo de estos casos de éxito? Cuando menos, la actitud ante los problemas. No podemos evitar las inundaciones, como no podemos evitar una pandemia (no de momento). Pero podemos y tenemos que adaptarnos a la nueva situación creada y buscar soluciones.
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